En 2023 se registraron 38 muertes en el tramo San Justo – Florencia; en 2024 la tendencia no decrece y ya se cuentan 9 decesos.
Lejos está del esplendor de aquel primer año de la década ’60 cuando conectó, pavimentada, el centro – norte santafesino. La obra vial nacional que concluyó en esa época unió definitivamente a pueblos y ciudades desde San Justo hasta Florencia, un sector de la bota santafesina que dejó estar postergado en cuanto al acceso seguro a las grandes capitales por vía terrestre. Amén de la presencia del tren, el asfalto conllevó un halo de progreso indudable, y mayor celeridad en el traslado.
Si antes de la culminación de su traza vial consolidada la gente debía primero mirar hacia el cielo para adivinar algún presagio de lluvia que pudiera poner en peligro el aventurarse a un viaje por la entonces impredecible calzada de suelo natural, en los días que corren las miradas escudriñadoras viraron 180 grados su orientación y enfocan el pavimento, el detonado pavimento de una ruta que agoniza.
El deplorable, por decir lo menos, estado de la Ruta Nacional 11 es una tragedia que se prolonga sin que se advierta que pueda tener coto o límite temporal. En los papeles es «la ruta del Mercosur», en los hechos es poco más que un sendero plagado de eventualidades, en ambas manos.
A la luz de los baches, olas y ausencia de señalización horizontal y vertical, su dibujo de doble vía pasó a convertirse en una trampa potencialmente mortal para quienquiera que ose transitarla. Día a día se repiten las consecuencias de su deterioro en llantas y cubiertas de los vehículos, y más esporádica pero trágicamente en la pérdida de vidas humanas. En 2023 se registraron 38 muertes en el tramo San Justo – Florencia; en 2024 la tendencia no decrece y ya se cuentan 9 decesos.
Las causas del desamparo vial que aqueja a la vía nacional y padecen decenas de miles santafesinos no sería posible sin la, a esta altura evidente, complicidad del poder central.
Los gobiernos nacionales que detentaron el manejo del Estado en las últimas dos décadas, al menos, eligieron mirar para otro lado ante los recurrentes -y siempre desoídos- reclamos tendientes a dotar de un perfil moderno a la transitabilidad de la 11.
Promesas hubo en cantidad. Y de todo tipo. Basta un ejemplo: en tiempos de campaña electoral un precandidato a gobernador de la provincia anunció a viva voz -en los albores de la segunda década del siglo en curso y en un acto partidario en Reconquista- que el gobierno nacional había confirmado la «reconversión en autovía de la Ruta 11». Hubo aplausos y vítores, pero a la larga solo quedó la desazón que genera aquello que se promete y no se cumple.
La línea de tiempo reciente grafica que hasta 2022 estaba vigente el proyecto ejecutivo para la reconversión en autovía del tramo Recreo – San Susto San Justo. El paso del tiempo y la inacción estatal desencadenaron la caducidad de la iniciativa y quedó en veremos la licitación de una nueva consultoría para elaborar otro proyecto ejecutivo que reemplazar al caído. Como si fuera una caja china, ese fue el primer sinsabor que paladearon un grupo de concejales norteños que intentó en aquel momento impulsar mejoras. Adentro, había un trago más amargo: autoridades viales nacionales les confiaron que no estaba contemplado en ningún lado el tramo San Justo – Resistencia.
En la actualidad crece el clamor comunitario por una Ruta 11 en condiciones de ser transitada sin problemas en medio de una paradoja cada vez más notable: en ambos márgenes de su accidentada geografía se multiplican las producciones agroganaderas, industriales y de servicios que aportan millones al fisco en impuestos, de los cuales no vuelve casi nada. O migajas de algún bacheo circunstancial y de escasa durabilidad.
En la semana que transcurrió, dirigentes políticos y referentes de fuerzas vivas de la región que va desde Santa Fe hasta el límite con el Chaco mantuvieron un encuentro en Malabrigo con Defensores de Pueblo de ambas provincias en un intento conjunto por dar visibilidad y reflotar los añejos reclamos de reparación del trayecto.
También el ministro de Obras Públicas, Lisandro Enrico, viene activando gestiones para reparar los corredores nacionales que pasan por este territorio. En los últimos días, el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, dijo ante el Senado Nacional que se priorizarán las obras de mantenimiento de las rutas nacionales 11, 33 y 178. Pero no dijo cuándo ni cómo. Sería recién para agosto. Otra vez, el Estado nacional demora las soluciones que son urgentes, y hace de la dilación y la burocracia una política de fondo.